07 noviembre 2009
Cuadernos Americanos: Los Salasakas
Huayna Cápac, el décimo Inca, los proscribió por este y otros motivos como no aceptar el patriarcado, desterrándoles, a manera de "mitimaes! (pueblos expatriados), a tierras de Colombia y Ecuador. Los afincados en Ecuador fueron un número de 52 hombres y 23 mujeres que quedaron instalados en un sector de la Provincia de Tungurahua.
¿Dónde están situados estos salasaca ecuatorianos?. Saliendo de la ciudad de Ambato hacia la de Baños, en la región situada entre el río Pachanlica y el cerro Teligote, viven actualmente entre 10.000 y 10.500 salasaca descendientes de aquellos "mitimaes" que llegaron desde Bolivia.
Su territorio ocupa unos 20 kilómetros cuadrados de extensión y se dividen en caseríos, siendo el más importante el de Capillapamba, lugar sagrado, en donde se celebran las fiestas religiosas y se practican bailes, juegos y corridas de toros.
Vestidos ellos con poncho negro y pantalones blancos, acompañados de chatos sombreros, y ellas con anacos y chales negros que, al igual que los varones, los cambian por otros de llamativos colores cuando llegan las fiestas, lo que más aman los salasaca es la libertad, pero no como un concepto abstracto sino en forma de vivencia concreta. Es por ello por lo que se consideran campesinos libres.
El salasaca es un tipo de indio muy apegado a sus tradiciones y sólo admite en su sociedad a quienes aceptan su forma de vida, vistiendo de la misma manera que él y ajustándose a su forma de implantar la justicia que es aplicada por sus cabecillas. Por otro lado, el salasaca es muy individualista excepto cuando tiene que trabajar en labores comunitarias, en cuyo caso efectúan mingas. Con ellas han logrado grandes éxitos agrícolas, construcciones de acequias y creación de canales de regadío.
Con la agricultura han conseguido obtener grandes cosechas de maíz, fréjol, lenteja, arveja, alfalfa, papa y frutas como manzanas, peras, duraznos y el capulí típico de la región.
Los habitantes de Salasaca han sido siempre muy hábiles para la artesanía de tejidos que realizan con suma paciencia (2 días de trabajo para lograr un buen tapiz) usando telares de madera que hacen funcionar con pies y manos. La materia prima es lana de oveja que, después de lavada y desengrasada, la tiñen con vivos colores producidos con anilina y otros compuestos vegetales. Antes de entretejer la lana ésta ha sido envuelta en ovillos a través de rodelas de madera.
En cuanto al comercio es uno de los poquísimos pueblos indios que lo practican escasamente, pero destaca la venta de figuras de madera de balsa que compran en Baños y venden una vez teñidas de anilinas y diversos barnices.
Los salasaca son muy propensos a ejercitar música y han llegado a componer un grupo, llamado "Salasaca Manta", que realiza giras músico-culturales por los Estados Unidos de América y otros países del continente. Basan sus composiciones con letras elaboradas en quichua, su lengua original, empleando instrumentos de madera como la flauta, el pìjuano, el pingullo o el bombo forrado de piel.
Sus fiestas principales son las de los Alcaldes y las Octavas de Corpus, en las que lucen sus más vistosos atuendos típicos coloreados, bailando todo el día, sin apenas descansar, mientras se colocan un artilugio cónico, llamado uma, sobre sus cabezas. El peso total que soportan se aproxima a un quintal. Otros festejos, donde demuestran actividad febril, son Carnaval, Ramos, Quasimodo, Chaupihuata y Navidad, mezclas de manifestaciones cristianas y tradiciones paganas, donde los más acaudalados de la población gastan en agasajos y bebidas.
Antiguamente una mujer salasaca podía tener, sin ser castigada por ello, dos o tres maridos, manera de mantener un buen número de habitantes en la comunidad y una de las causas para no aceptar la imposición incaica del patriarcado.
Al contrario que otros indios, como es el caso de los Otavalo, el hecho de cortarse los largos cabellos no es motivo de deshonra para el hombre Salasaca.
Sus sentires religiosos están divididos entre católicos (con igleisa construida el 18 de Mayo de 1968) y evangélicos, instaurados algo más tarde pero con cierto auge actual.
Añado, por último, que son buenos en la ganadría y criadores de vacas, toros, cuyes, conejos, gallinas y pavos.
Fuente: Cuadernos Americanos.
Teñido Salasaka
Aunque todavía se observa que ciertas prendas de la indumentaria Salasaka tienen origen artesanal –hilado a mano y tejido en telar de cintura o pedales- es notorio que cada vez con mayor fuerza se introducen los tejidos industriales y el uso de fibras como el orlón que reemplazan a la lana.
En cuanto al tejido de tapices, en este oficio se ocupan preferentemente los jóvenes y lo hacen no solo en la comunidad, sino que van a lugares de gran comercio textil, como Otavalo, a instalar sus propios talleres, o trabajar para indígenas otavaleños que los contratan para tejer tapices con diseños y técnicas adoptados por los salasakas.
Teñido Salasaka
Sin embargo del aprovechamiento de nuevas tecnologías textiles, de la adopción de nuevas materias primas, de la utilización de colorantes químicos para teñir la lana, los salasacas tienen el conocimiento y la práctica para el teñido de sus prendas de vestir a partir de la cochinilla, que se sigue cultivando como algo muy apreciado en Patoloma, en Wasalata, en la cabecera parroquial –Salasaka- , en Pucará y en el Rosario.
A pesar de que se considera que los colorantes químicos han reemplazado totalmente a los de origen natural, los Salasacas siguen sembrando el cactus de la cochinilla (nopalea cochenillifera) y cuidando pacientemente los insectos que crecen allí (cocus cacti). Este es un insecto hemíptero originario de México, se alimentan del penco. Para teñir se recolectan solamente las hembras. Los machos dejan de alimentarse cuando pasan del estado de ninfa al estado adulto y mueren en cuanto han fecundado a la hembra. La cochinilla tiene unos 2 mm. de largo, color rojo y forma ovalada.
Cochinilla
La recolección de la cochinilla se hace cada cuatro meses, y por parte de las mujeres. Los insectos recolectados se los coloca en un recipiente de madera, se los aplasta con una pequeña piedra redonda. Una vez que se que se ha formado una pasta homogénea se la moldea, dándole la forma de un pan, que se lo pone a secar sobre hojas de higuerilla. El secado se lo hace al sol y una vez seca se lo guarda por un buen tiempo antes de usarla . Del teñido con cochinilla se obtiene un color morado oscuro, que en tres gradaciones diferentes recibe los nombres en quichua de: maqui puca, poroto puca y puca claro (literalmente significa: mano roja, fréjol rojo, y rojo claro).
Las tres tonalidades de rojo solo se tiñen en el mes de junio, para la fiesta del Inti Raymi, por cuanto la planta de ñachac que sirve para hacer una tintura previa a la tela, antes de emplear la cochinilla, florece únicamente en esa época. El color morado puede hacerse en cualquier época del año pues con facilidad se consiguen hojas y ramas de la planta puma maqui. En octubre se hacen mingas para recoger plantas tintóreas.
El teñido lo hacen de preferencia las mujeres, aunque también hoy en día hay hombres que se dedican a esta tarea.
Antes de teñir, el tejido hay que someterlo a un lavado con el zumo obtenido de las hojas machacadas de cabuya blanca, llamada alanga, este lavado tiene como propósito eliminar la grasa de la fibra, ya que de no proceder así el colorante no penetra uniformemente en la misma. La tendencia observada es que solamente las personas mayores siguen la tradición del cultivo y uso de la cochinilla. Existen diferentes procesos para teñir el morado y el rojo
Fuente: Basado en Textiles y Tintes, CIDAP, Foncultura, 1988.
Los salasacas comparten la comida con las almas de sus muertos
Redacción Sierra Centro, El Comercio
José Jiménez pinta de blanco una cruz de cemento que colocó en la tumba de su suegro. Su trabajo es parte de los preparativos previos a la celebración del Día de los Difuntos, que cada 2 de noviembre los 12 000 habitantes de la parroquia Salasaca, a 15 kilómetros al oriente de Ambato, lo recuerdan.
El hombre, de 45 años, cuenta que tiene listos cinco cuyes, tres conejos y dos gallinas. Su esposa las iba a preparar ayer en la tarde. La comida la compartirá con sus hermanos, tíos, sobrinos, quienes se reunirán alrededor de la tumba de su ser querido. Ellos también llevarán alimentos.
El culto a los muertos, en Salasaca, es una tradición cultural y religiosa que se conserva desde hace más de 150 años. “Esta se transmite de generación en generación. Los ancianos y adultos son los más entusiastas por evitar que esta fiesta no muera”, comenta Jiménez, quien se desprendió de su poncho negro y sombrero blanco para limpiar la tumba.
Cuenta que la costumbre es intercambiar los alimentos entre los presentes, quienes se sientan al rededor de la tumba. Pero antes de comer, oran y recuerdan las enseñanzas que les dejó su familiar.
“Para la celebración se cocina lo mejor de la cosecha (papas, granos, maíz, de donde se hace el mote), se asan y cocinan los mejores animales (gallinas, conejos y cuyes) y se visten las mejores prendas típicas de la comunidad”, indica Jiménez.
Según Bernardo Chango, ex director de Educación Intercultural Bilingüe, el 2 de noviembre es una fecha especial en el calendario del pueblo Salasaca.
Por esta razón, las mujeres visten su traje autóctono compuesto por anaco negro, sujetado por la faja blanca con franjas de colores (rojo, azul, negro, verde).
La camisa también es blanca bordada en la parte superior; el collar de mullos (mientras más de estos adornos porte en el cuello más poder representa). Además, el sombrero blanco de lana de borrego o de gamuza fina y las bayetas verdes y moradas.
Los hombres lucen pantalón y camisa blancas. Llevan dos ponchos, un blanco por debajo y el negro por encima y el sombrero, grande de lana de borrego.
Un día antes al festejo, en el pueblo nadie duerme hasta tarde, todos trabajan en los preparativos de los alimentos que llevarán al cementerio, hoy desde las 07:00.
Durante la ceremonia de culto a sus muertos, que dura cinco horas, no hay marido ni mujer, todos los esposos se separan para compartir los alimentos con sus familiares directos (hermanos, tíos, sobrinos, padres, primos).
En la tumba los deudos se ubican en círculo y dejan un espacio específico para que sea ocupado por el espíritu de su ser querido.
En el centro se colocan dos pilches (una especie de taza). En el uno se deposita la comida con la cual se alimentará el difunto, el otro se llena con licor o chicha.
Luego de una plegaria todos comen hasta que ya no pueden ingerir nada, pues ellos piensan que mientras más se alimenten más lleno estará el muerto y eso le durará hasta el año siguiente.
Eso también piensa Carlos Villa, otro de los vecinos de la parroquia. El sesentón llegó con su cuñada Rosa Chango para pintar la tumba de sus abuelos. Cuenta que todo está listo para el ritual de hoy. Preparó cuy, conejo, papas, colada y pan. “Cada una de las familiares alista sus alimentos y luego los compartimos”.
Alrededor de la tumba también se colocan coronas de flores.
Las artesanías, tejidos, ropa...
La feria de Finados se ha transformado en una de las actividades comerciales más grande de la Sierra centro. Esta se realiza en las avenidas Los Atis, Julio César Cañar y Julio Jaramillo.
En esta muestra participan 1 857 artesanos y comerciantes que llegan de las provincias de Azuay, Pichincha, Cotopaxi, Bolívar, Chimborazo, Tungurahua e Imbabura. Allí exhiben artesanías en madera, barro, yeso, bronce. Además, ropa, DVD, juguetes, electrodomésticos...
Asimismo, en el Centro de Exposiciones Ambato, en la vía a Picaihua, se abrió la feria de la industria. En los 350 estantes se muestra zapatos, ropa, maquinaria, artesanías, manualidades. Estas muestras son buscadas por los propios y extraños.